miércoles, 30 de diciembre de 2015

ZUCKERBABY** - 1985 - PERCY ADLON



Teresa nos acababa de contar un par de perlas sobre los mensajes de voz en el transporte público que se resisten a automatizarse del todo. En el tren vespertino de Munich hacia el norte una voz por los altavoces deseó a los pasajeros un buen regreso a casa, y unas señoras que estaban sentadas a su lado le preguntaron al revisor si había sido él para darle las gracias por el detalle. El piloto de su último vuelo Munich - Barcelona tenía tal acento de aldeano vasco que casi movía a la risa, sobre todo porque al cambiar al inglés no se le notaba nada. Aunque lo más divertido fue que usara algún modismo coloquial como el de "vamos a llegar un pelín tarde".

Como teníamos ganas de revisar alguna de las tres grandes películas de Percy Adlon con Marianne Sägebrecht, al ver en el trailer de Zuckerbaby que el origen de ese cuento de amor que habíamos visto hace mucho, tenía que ver con los mensajes de un conductor del metro de Múnich, ni lo dudamos.


Teníamos casi olvidado a Percy Adlon. Ni en el spypnic ni aquí había aparecido hasta la fecha.La presidenta del cine club spycin recordaba que la más floja de las tres películas que habíamos visto con Marianne es la última: Rosalie goes shopping, y la mejor, Bagdag Café, que hasta la habíamos comprado en DVD. Zuckerbaby no estaba accesible en Torrent y la tuvimos que ver en 7 partes cortadas para youtube con subtítulos en inglés porque, obviamente, Teresa quería verla en alemán. Aunque nuestro inglés no da ni para leer subtítulos, como recordábamos que era una película básicamente visual, no nos importó gran cosa.


Ni que decir tiene que pasamos un rato muy agradable. Cada semana deberíamos ver un cuento de amor. Porque si hay una cosa en la que valga la pena creer, esa cosa es el amor. Un cuento bonito, claro está, porque si es un cuento idiota (como tantos) te puede hacer perder la fe. Un cuento, por supuesto, lleno de momentos tiernos, divertidos y ridículos, como por ejemplo el de las piruetas atléticas del conductor de metro sobre la silla. Como no sabía cómo era Percy Adlon, aquí va una foto suya. Se merece todo el cariño de este blog.


Y ya se imaginan donde va Marianne...

Ah! y una pequeña duda/lección de inglés, a ver si alguien me la puede resolver:


¿Qué le pregunta ahí Marianne? ¿si la tiene tiesa, o si la tiene curvada, vamos, doblada (traducción más cercana a crooked), es decir..., lo que entendemos como aprisionada por los calzoncillos...? ja ja ja. (El traductor de google siempre nos hará reír pero da una traducción que igual es la acertada ja ja ja ja ja: ¿se torció el plátano?).

Y como los cuentos siempre dejan un buen regusto allá van tres imágenes más. La fundamental:


Esta otra para la presidenta del cine club:


y esta última para mí: para recordarme que cuando el amor va en moto es aún más bonito si cabe:


sábado, 12 de diciembre de 2015

CARAMEL º - 2007 - NADINE LABAKI



Queríamos ver una comedia alegre, ligera o tranquila, y rebuscando en los rincones del disco duro encontramos esta película libanesa de tan dulce título que tenía premios en Cannes y que por lo tanto prometía. Pero los dulces ya sabéis que dan caries y que no pocas veces empalagan.


Pues bien, con lo goloso y dulcero que yo soy, a la media hora me tuve que ir al baño a lavarme los dientes. Ahhhh. Me ardían las encías y no era cosa de morder. Y es que, como decía, nos habíamos propuesto pasar una noche tranquila.

Me da que también he visto alguna película española (o al menos la he empecé a ver) en la que todo transcurre (o nada transcurre, mejor dicho) en el entorno y ambiente de una peluquería de mujeres. Se pueden imaginar...: cine español contemporáneo y peluquería de mujeres. ¿qué podría salir de allí?


Pues lo mismo que en Libano, o parecido. Caramel parece ser un pretexto para el lucimiento de unos cuantos bellezones de raza. Pero como dije cuando acabó la película, los bellezones sin nada dentro son tan inaguantables como los adoquines de la Virgen del Pilar. Lo peor del caso es que a la hora de ponerme a buscar un par de fotos y escribir cuatro líneas, me entero de que la peluquera protagonista es la propia directora del truño (!!!), o sea, que la hizo para su lucimiento personal . Eso tiene más delito.

Cero pelotero. Y una mirada asesina más a los jurados de Cannes.